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martes, 9 de abril de 2013

La parábola de el fariseo y el publicano



A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 
Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 
ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.


Evangelio según Lucas 18: 9-14

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